El loco mundo del coleccionismo Rolex vintage

Rolex es una gran marca de relojes, incluso para algunas personas, la mejor.

Entre estos últimos podemos encontrar dos tipos bien definidos: los que entienden poco o nada de relojes y compran Rolex igual que compran otras primeras marcas en bienes de consumo y los seguidores o aficionados que suelen tener un amplio conocimiento de su historia, modelos, etc.


Rolex no inventó la caja estanca, ni la corona roscada, ni el movimiento automático... pero cogió todos esas soluciones, las perfeccionó y las ofreció en una misma pieza construida con una gran calidad y, desde entonces su prestigio no ha hecho más que crecer.

Actualmente, para formar parte del club de poseedores de un Rolex Submariner sólo hay que disponer de 10.000 euros, apuntarse en una lista y esperar pacientemente durante un par de años o tres.

El hallazgo

En las últimas décadas se ha disparado el interés por los modelos vintage que llegan a alcanzar cifras que fácilmente duplican y triplican el precio de un reloj nuevo.
El mercado está repleto de expertos que ojo avizor escudriñan los lugares más recónditos a la búsqueda del santo grial del coleccionismo Rolex ya sea un reloj completo o piezas originales de un modelo cotizado.
Es un mundo muy cerrado en el que los compraventas, los intermediarios y los relojeros restauradores se conocen entre sí en un ambiente que puede pasar de la fraternal cooperación a la competencia feroz en un un instante.
La posibilidad de encontrar un chollo es nula ni siquiera rebuscando entre la quincalla virtual aunque siempre hay margen para un hallazgo menor.



Hace unos años conseguí esta esfera en una página de subastas a un precio muy bajo porque nadie más se interesó por ella. La descripción del vendedor era muy escueta y las fotos tampoco eran buenas pero, teniendo en cuenta el interés que despiertan las piezas Rolex vintage, no deja de ser sorprendente.

El dictamen de los expertos

La esfera fue directamente a un cajón y allí permaneció varios meses hasta que me decidí a consultar sobre su originalidad recurriendo a uno de los foros de expertos en Rolex porque, si hay algo que distingue a Rolex, es el conocimiento enciclopédico de sus aficionados. 


Subí unas cuantas fotos contando que la había conseguido por unos cuantos euros y directamente pregunté sobre si podía tratarse de una esfera original.
Rápidamente se formaron tres grupos diferentes:

    -Un primer grupo afirmaba categóricamente que la esfera era falsa posiblemente influenciados por el bajo precio que había pagado por ella. Su razonamiento principal era que Rolex+internet+chollo es algo imposible.




    -Un segundo grupo aseguraba que bien podría tratarse de una esfera Rolex pero que había sido repintada para que sus características coincidieran con variantes más cotizadas.


    -El tercer grupo, mucho más minoritario, era el de los que aseguraban que se trataba de una esfera 100% original Rolex de los años 60.

El debate, de lo más interesante, sacó a relucir algunos términos fundamentales referidos a las esferas vintage: "gilt dial", "meters first", "Bart Simpson"... todo ello  trufado con fotomontajes, comparativas y sesudas disertaciones sobre periodos, referencias y modelos hasta que...


Cuando subí la foto con la parte trasera de la esfera en la que se aprecia el nombre del fabricante quedó claro que se trataba de una esfera original y sólo quedaba por aclarar si se conservaba totalmente original o había sido manipulada.


El veredicto final fue que se trataba de un dial "meters first" de los años 60 que habría llevado un Rolex 5513 como el de la imagen superior.

La venta

La esfera volvió al cajón y allí pasó varios años hasta que un buen día me decidí a ponerla a la venta sin tener ni idea de cuál podía ser su valor ni en que forma afectaría a este su calamitoso estado de conservación.


El anunció despertó un interés inmediato y el buzón de mensajes empezó a echar humo pero más que la cantidad lo sorprendente era el tipo de mensajes ya que muy pocos ofrecían una cantidad concreta. La mayoría simplemente enviaba un número de teléfono o un enigmático mensaje "cuando tengas la mejor oferta dime cual es por si puedo mejorarla".
Dados mis escasos conocimientos esta situación no contribuía en absoluto e esclarecer cual podría ser el precio de mercado así que me dediqué a curiosear en casas de subastas y webs especializadas donde se anunciaban cosas similares en mejor estado por 2.000 euros.

Poco a poco, a medida que se fueron concretando las ofertas, el panorama se fue aclarando. La primer oferta fue de 200 euros y rápidamente llegó a los 850 con la peculiaridad de que varios de los interesados se conocían entre sí y rogaban confidencialidad. Algunos reconocían abiertamente que su interés era revenderla fuera de España donde podrían doblar el precio y otros argumentaban a su favor que su interés no era especular si no completar un reloj vintage de su propiedad. En algunos casos el deseo rayaba en la codicia pero la actitud fue ejemplar, casi caballerosa.

Finalmente la esfera, a pesar de su estado, se vendió por una cifra 200 veces mayor que lo que costó.



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