Relojes con una sóla aguja

 El intento del hombre por controlar el tiempo

La historia de la relojería es también la lucha por medir el tiempo de una forma cada vez más precisa. Hasta el siglo XVIII era habitual que los relojes dispusieran de una única aguja en el dial. Tampoco hacía falta más ya que el ritmo de vida no era tan frenético como en la actualidad y para el común de los mortales era suficiente con conocer la hora de forma aproximada.


 Además, el reloj era un objeto de lujo sólo al alcance de unos pocos por lo que la mayoría se guiaba por relojes públicos, como este de la catedral de Sevilla, que, al contar con una sola aguja, permitía una lectura más fácil desde lejos.


Los relojes de la época mostraban el transcurso del tiempo de la forma más sencilla e intuitiva, del mismo modo como lo hace un reloj de sol cuya sombra va a avanzando a lo largo del día.

Posteriormente aparecieron los relojes que mostraban los minutos mediante una aguja separada, los segundos en una pequeña sub esfera adicional, los segundos centrales, las décimas de segundo...

La tiranía del tiempo

En  un breve espacio de tiempo, los cambios sociales y económicos alumbraron un modo de vida vertiginoso en el que todas las actividades diarias están condicionadas por un control estricto del tiempo. El hombre, que inventó el reloj para controlar el tiempo, ha acabado sometido por su tiranía. En una sociedad organizada en rígidos horarios, conocer la hora con la máxima precisión es una cuestión primordial. Si preguntamos la hora a un viandante en una gran ciudad no nos sorprenderá si nos responde con la máxima precisión  -"las 11 y 13 minutos"- sabedor de que los minutos cuentan.

El movimiento "Slow" y los relojes de una aguja

La historia es cíclica y los relojes de una sola aguja, que nunca se habían ido del todo, viven una etapa floreciente.

El movimiento Slow, que apareció a finales de los 80 del pasado siglo, propone tomar el control del tiempo, en vez de someterse a su tiranía, buscando el equilibrio entre el ritmo acelerado propio esta época y la realización de actividades gratificantes temándose el tiempo necesario.

Es en esta nueva filosofía en la que los relojes de una sola aguja, que sólo muestran el tiempo de forma aproximada, cobran un nuevo protagonismo

Relojes con una sola aguja económicos

En contra de lo que pudiera parecer razonable, los relojes mono aguja suelen ser más caros que sus homólogos con dos o tres manecillas. Es como si un coche con dos puertas fuera más caro que el modelo de cuatro cuando claramente su menor número de elementos lo hacen más sencillo y barato de producir.
Sin embargo, se pueden encontrar algunos modelos interesantes en el rango de los 60 euros.


Uno de los más conocidos es el mono aguja de Luch, fabricado en Bielorrusia.
Un reloj con una excelente legibilidad, nada fácil en este tipo de piezas, y un estilo minimalista  consustancial a este tipo de diseños.


Su principal inconveniente es que, salvo la tapa, la caja es de latón cromado lo que penaliza claramente su durabilidad.


En su interior alberga el pequeño calibre 1801, destinado a relojes femeninos, que procede de la época soviética. 

Otro integrante del sector económico es este desconocido Wancher Cifra X que además tiene la peculiaridad de ser cuadrado.


Estéticamente es una pieza muy lograda pero su legibilidad se ve algo penalizada. No sólo la aguja es demasiado fina y escasamente contrastada con el dial, si no que además, la elección de una caja cuadrada hace que las marca de los minutos queden muy alejadas de la punta de la aguja lo que dificulta la lectura que ya de por sí es más difícil en este tipo de relojes. 


A su favor  cabe señalar la caja totalmente de acero y el movimiento de posible origen Seiko que, en esta unidad, muestra un funcionamiento muy preciso (si es que la precisión tiene algún sentido en este tipo de piezas)

Si buscas una pieza distinta o prefieres vivir con un plus de relax tu tiempo de descanso por 60 euros te puedes dar el gusto de contestar "las once y pico" cuando alguien te pregunte la hora.

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