Los secretos del tictac del reloj

¿Dónde se produce el tictac del reloj?

Pocas cosas hay tan características de un reloj mecánico como su sonido, representado de forma casi universal con la onomatopeya tic-tac.

Ese sonido, nace en el "corazón" del reloj: el escape, formado por la rueda de escape, el áncora y el volante. 


Cada vez que el volante gira, el áncora se desplaza hacia uno de los lados liberando un diente de la rueda de escape lo que permite que las agujas avancen. El escape controla la forma en que se libera la energía almacenada en el muelle real y por eso también recibe el nombre de órgano regulador. Sin este elemento de regulación, la fuerza del muelle real escaparía sin control, como ocurre en los juguetes de cuerda, y duraría tan sólo unos segundos.

¿Todos los relojes hacen tictac de la misma forma?

En absoluto. No sólo hay diferencias en cuanto al tipo de sonido que emiten diferentes tipos de relojes (pared, mesa, pulsera...) si no que la frecuencia o velocidad del mismo muestra importantes diferencias que guardan una relación íntima con su funcionamiento. 
En el apartado concreto de los relojes de pulsera, existe una evolución histórica en la que la velocidad del tictac ha ido aumentando progresivamente de forma que, si la mayoría de los relojes en los años 50 del pasado siglo hacían tictac 18.000 veces cada hora, 20 años después habían doblado esa velocidad llegando a las 36.000.
El número de veces que el volante va y viene cada hora es lo que se llama alternancias por hora y se ha convertido en una variable que sirve para categorizar diferentes tipos de máquinas del mismo modo que en el motor de un coche se habla de revoluciones por minuto.

Alternancias por hora

El número de alternancias por hora (en adelante APH) tiene una influencia fundamental en el funcionamiento de un reloj mecánico aunque en absoluto se puede afirmar que un reloj que funciona a 36.000 alternancias es mejor que otro que lo hace a 18.000. 
Tanto una velocidad lenta como una rápida tienen ventajas e inconvenientes en relación a aspectos tan fundamentales como la precisión, la reserva de marcha, la necesidad de revisiones periódicas, la durabilidad y, por qué no, también importantes diferencias estéticas que no se deben pasar por alto.

Cimier cronostop a 17.280 APH  Rego-Lapanouse 147


Este bonito Cimier fabricado en Suiza en los años sesenta del siglo XX cuenta con taquímetro, telémetro, un totalizador de 45 minutos y otro de 6 horas. 

Este tipo de construcción básica es conocida como el "cronógrafo del hombre pobre" ya que el contador de segundos no tiene opción de reinicio o reseteo. El pulsador activa o desactiva únicamente el segundero central y el resto de indicadores continúan girando de forma solidaria a las agujas de horas y minutos.
Lo interesante de este mecanismo es que funciona a una frecuencia de tan sólo 17.280 APH lo que le proporciona una reserva de marcha de 38 horas. Es una frecuencia que resulta desconocida para muchos aficionados hasta el punto de que, convencidos de que el reloj debe funcionar a 18.000 APH, lo interpretan como una avería.

En el vídeo siguiente podemos comprobar como el segundero da algo más de 4 saltos (4,8) para recorrer un segundo y, si contamos con un audio de calidad podremos escuchar su sonido (con auriculares es mucho más nítido).


Rila a 18.000 APH con Adolf Schild 1187


De marcial aspecto, este Rila monta un calibre AS 1187 de los años 50 que se mueve a 18.000 APH lo que le permite un funcionamiento de 43 horas.

Es la frecuencia de funcionamiento habitual de la mayoría de relojes vintage y estéticamente logra un resultado muy equilibrado. Por un lado se puede escuchar un tictac cadencioso y relajante y, visualmente, el ojo humano puede disfrutar de los vaivenes del volante que, a medida que la velocidad aumenta se hacen imperceptibles.
Pero las ventajas no son sólo estéticas si no también técnicas ya que un gasto de energía menor permite una mayor reserva de marcha, menor desgaste de los componentes y, a la vez, permite excelentes resultados en precisión como lo atestiguan la multitud de movimientos de grado cronómetro a 18.000 APH.


Podemos comprobar como el segundero se desplaza cinco saltos entre cada segundo lo que completa 300 saltos por minuto y 18.000 por hora.

Vostok Amphibia a 19.800 APH con calibre automático 2416B


La relojería soviética ha sido de las pocas que ha usado movimientos a 19.800 alternancias aunque no la única ya que Omega también cuenta con algunos modelos.
Basado en un calibre de cuerda manual de los años 80, el 2416B tiene una reserva de marcha de 40 horas.

Como se aprecia en el vídeo, el segundero da 5,5 saltos por cada segundo y su movimiento va ganando en fluidez si lo comparamos con movimientos más lentos.

Orient Mako a 21.600 APH con movimiento 46943


Las 21.600 alternancias fueron a partir de los años 60 el estándar de fabricación tanto para la relojería suiza como para la japonesa. Convivían con movimientos mas lentos y más rápidos pero constituían el grueso de la fabricación.

El 46943 tiene una reserva de marcha de 42 horas y data de los años 70. Como vemos, es posible aumentar la frecuencia sin perder reserva de marcha pero eso obliga a modificar el tamaño del muelle real. Es decir, que es posible gastar más energía siempre que se aumente el tamaño de la fuente.



La distancia entre cada segundo se cubre con 6 saltos de segundero cuyo movimiento es cada vez más fluido.

Glashutte Spezichron a 28.800 APH con calibre GUB 11-26

Aunque por popularidad el movimiento ETA 2824 es el campeón mundial de los calibres a 28.800 APH este desconocido alemán aportará un enfoque diferente.


Fue presentado en el año 78 como un logro de la relojería del bloque comunista ya que se fabricó en la RDA  y su reserva de marcha es de 37 horas.
Para esa época no sólo se había descubierto las mejoras en precisión que ofrecían los movimientos más rápidos si no que toda marca que aspirara a tener un lugar bajo el sol debía contar en sus factorías con un movimiento de grado cronómetro y otro a altas alternancias.
La humilde y denostada Gub del periodo soviético contaba con ambos.


En el vídeo se puede observar lo fluido que resulta el movimiento con 8 saltos de segundero en este tipo de calibres cuyo compromiso entre precisión, fluidez, durabilidad y reserva de marcha es imbatible. Sólo pasando a piezas de alta relojería con modificaciones mecánicas complejas y caras se obtienen mejores resultados.


 Citizen Leopard a 36.000 APH con movimiento 7230

Los movimientos "high beat" se convirtieron en la máxima expresión del poderío industrial de los fabricantes y equipaban los buques insignia de cada marca.
Los movimientos a 36.000 APH se encontraban en multitud de modelos de grado cronómetro tanto en la relojería japonesa como en la suiza.

El Leopard 7230 data de mediados de los 70 y exhibe una reserva de marcha de 36 horas que puede parecer poca pero recordemos que prácticamente conserva la misma reserva que un reloj de los años 50 duplicando el gasto de energía.

Nuestro espécimen necesita algunos cuidados pero todavía conserva su pujanza. La obtención de mejores resultados en cuanto a precisión necesitaba de prestaciones adicionales como la parada de segundero y la posibilidad de ajuste fino.


Los mágicos 10 saltos por segundo no sólo habían mejorado la precisión si no que permitían diseñar un cronógrafo que midiera décimas de segundo lo que constituyó otro de los motivos que impulsó a los fabricantes a embarcarse en esta carrera por la velocidad.

Sin embargo, las 36.000 APH no llegaron a convertirse en el nuevo estándar de la industria porque estaban lastradas desde su nacimiento por defectos de difícil resolución como el desgaste prematuro de las partes móviles. Las máquinas eran más exigentes en cuanto a la calidad de los materiales y los periodos de mantenimiento porque el estado de los lubricantes comprometía la longevidad de los pivotes y muchas de ellas acabaron arruinadas por el simple desgaste de los mismos.



Como muestra, el pivote de una AS 1920 Chronospeed montado en un Mido de grado cronómetro que ha desaparecido prácticamente.






 

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