La década de 1970
En los años 70 los cambios en la industria relojera se sucedían con un ritmo vertiginoso. A nivel tecnológico convivían los relojes mecánicos, con relojes eléctricos y relojes de cuarzo y a nivel industrial, la expansión de la relojería japonesa amenazaba la hegemonía suiza.
En su intento por sobrevivir las manufacturas intentaron ocupar cualquier nicho del mercado lo que dio lugar a la aparición de multitud de marcas con un recorrido necesariamente limitado: relojes suizos que intentaban aparentar ser japoneses y japoneses disfrazados de suizos luchando por ocupar la parte más baja del mercado en un juego de confusión que daría para una serie con varias temporadas.
Tomony by Seiko
En tan sólo tres lustros, desde el Seiko Marvel de 1956, la marca japonesa había inundado el mundo entero con su producto principal: un reloj en caja de acero, con brazalete metálico animado por un movimiento automático muy robusto y muy fiable.
Sin embargo, la competencia era tan feroz que no se podía dejar ningún flanco desprotegido y eso es lo que llevo a Seiko a crear una segunda marca en la parte más baja del mercado.
Un reloj en la gama de entrada con una caja de latón cromado, cristal de plexiglass, carga manual y tapa trasera a presión.
Dentro del reloj también hay sorpresas.
Un calibre de rudimentario aspecto que parece más emparentado con Timex que con la manufactura japonesa. Se trata del Hamazawa 5002A, un fabricante relacionado con Seiko cuyas máquinas acabaron en marcas como Q&Q (Citizen), Orient, marcas suizas venidas a menos como Benrus y multitud de marcas de fantasía.
Como en muchos relojes de la gama de entrada un sólo puente cubre todo el movimiento por lo que su montaje y desmontaje suele ser muy difícil hasta el punto de que salía más a cuenta cambiar el mecanismo entero.
El reloj funciona pero la reserva de marcha es muy corta y la cuerda no tiene fin por lo que podemos deducir que el muelle real está roto
En efecto, el extremo final del muelle se ha partido precisamente en la brida que hace de tope y por ello el mecanismo se comporta como si fuera un reloj automático. Es decir que el reloj permite que se cargue cuerda indefinidamente sin llegar al tope porque el extremo final del muelle resbala en el interior del tambor. En contrapartida, el reloj no alcanza el torque necesario y la reserva de marcha se acorta.
Con la técnica del destemplado se puede fabricar una nueva uña y, como el fallo está al final del muelle, la reserva de marcha total no se verá afectada.
El diseño del barrilete o tambor es distinto a lo habitual y el caracol ha sido sustituido por un sistema totalmente diferente.
El árbol del barrilete se divide en dos partes. Una de ellas, que es la que sujetará el extremo del muelle real, forma parte del rochete mientras que la otra es un eje separado que atraviesa todo el conjunto.
El volante dispone de opciones de regulación tanto para la raqueta como para el pitón a través de las pestañas situadas en la imagen a las 3 y a las 7.
Otro de los elementos que han sufrido una remodelación profunda es la tija que incluso incluye un piñón de puesta en hora es su extremo distal.
En general, el diseño está muy bien ejecutado lo que ha permitido que el montaje sea muy sencillo y rápido.
Coste total de la recuperación y trabajos realizados
Desmontaje parcial
Reparación del muelle real
Limpieza y pulido
2 horas de mano de obra
Coste total de la recuperación 10 euros
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