Sistemas de protección contra golpes

Incabloc, incaflex, jemaflex...

Una de las grandes preocupaciones de la relojería mecánica a lo largo de su historia ha sido la de mejorar la resistencia de los relojes a los impactos accidentales y ello no fue posible hasta los años 40 del pasado siglo.
Los grandes maestros no fueron inmunes a esta preocupación y el propio Breguet diseñó un sistema de protección contra golpes pero, hasta que se popularizó el Incabloc, la rotura de los ejes de volante siguió siento la principal y más grave avería de los relojes de pulsera y bolsillo.
No sólo era la avería más  frecuente si no que, además, su reparación era compleja, estaba sujeta a la disponibilidad de repuestos y necesitaba de herramientas y conocimientos especializados.

El sistema Incabloc

Patentado en los años 30, su trascendencia fue tal que rápidamente se generalizó y la palabra INCABLOC acabó impresa en la mayoría de las esferas como garantía de fiabilidad y robustez. 




Algo similar a lo que sucedería en nuestros días si alguien patentara un  cristal para nuestros smartphones que nos permitiera arrojarlos contra el suelo sin sufrir daño alguno.




Su funcionamiento se basa en una sujeción elástica  en los extremos del eje de volante que absorve la energía de un choque fortuito y la convierte en un desplazamiento controlado e inofensivo para el reloj.



La lira (el resorte elástico que mantiene los rubíes en su lugar) es la encargada de recolocar todos los elementos sin que se vea afectada la precisión.
Además, los rubíes son sometidos a un tratamiento encaminado a mejorar la retención del aceite y su adherencia.

En un breve espacio de tiempo, los sistemas de protección contra golpes empezaron a crecer como setas y, prácticamente, cada marca presentó el suyo aunque todos estaban basados en el mismo principio.


El sistema Incaflex

Tan sólo hubo un sistema de protección contra impactos que se apartó de la linea marcada por Incabloc y fue el Incaflex patentado por Wyler en la misma época.


El sistema se basa en la absorción de impactos a través de unos brazos de volante con un diseño sinuoso y hechos de una material especialmente flexible. Cuando el reloj sufre una cañida desde un metro de altura el peso de la llanta se multiplica por 5.000 y si está energía llega a los pivotes del eje acaba por romperlos.
Con este diseño, los brazos flexibles absorben la energía y protegen la integridad de los pivotes.


Wyler llevo a cabo una inteligente campaña publicitaria arrojando sus relojes desde edificios emblemáticos para demostrar que no sufrían dañó alguno. 
Técnicamente, el sistema Incaflex era tanto o más efectivo que el Incabloc, sobre todo en impactos especialmente graves, pero su éxito comercial no puede compararse.
La razón es obvia ya que Parescap SA, propietaria de la patente del Incabloc, era una empresa que ofrecía su tecnología a terceros y su finalidad era conseguir que se hiciera extensiva al mayor número de marcas posible.
Sin embargo, Wyler era una manufactura suiza que modificaba en profundidad calibres de teceros a los que dotaba de avances como el Incaflex, sus propios sistemas de carga, etc.
Luego, su prioridad era restringir el uso de sus avances tecnológicos a su propia marca.

Este intento de mantener a salvo su tecnología llevó a Wyler a perseguir en los tribunales su uso no autorizado cuando Elgin presentó el sistema Durabalance.


El volante diseñado por Elgin es muy similar al de Wyler aunque cuenta con un sistema de regulación novedoso a través de las dos aspas que se pueden ver en la imagen. Acercando o alejando del centro las piezas que aparecen en las aspas se modifica el momento de inercia haciendo que el reloj vaya más o menos rápido.
Lo cierto es que los tribunales dieron la razón a Wyler y el diseño de Elgin fue considerado un plagio.

Sistemas apócrifos

Existen otros mecanismos de protección cuya autenticidad y origen no está nada claro y tampoco consta que existiera un litigio sobre su autoría.
Lo más sorprendente es que se pueden encontrar en movimientos suizos de gama baja con escape de paletas como los fabricados por Ebosa o Ebauches Bettlach.


Se trata de un calibre suizo de la manufactura Ebauchés Bettlach con un sólo rubí y un escape con áncora de paletas en cuyo dial puede leerse la palabra SHOCKPROTECTED que no hace referencia directa a ninguno de los sistemas vistos hasta ahora.


Las similitudes con el Incaflex son obvias e incluso superiores a las que existen con el modelo de Elgin por lo que, o bien existía algún tipo de acuerdo de explotación  o Wyler no consideraba como un competidor digno de tener en cuenta a un fabricante de gama baja.


El espécimen anterior pertenece a Ebosa, otra manufactura suiza especializada en el escape de paletas que suelen montar marcas de gama baja.
En este caso se trata de un Buler que hace gala en su esfera de la denominación JEMAFLEX como si se tratara de una sistema de protección contra golpes de diseño propio.


Aunque el principio de funcionamiento es el mismo no es del todo idéntico al Incaflex y no es descartable que obtuviera una patente nueva bajo la denominación Jemaflex.

Actualmente los únicos sistemas que han sobrevivido son los basados en el Incabloc que además ofrecen alguna ventaja técnica de la que carece el Incaflex. Mientras que el segundo sólo tiene efectos en la protección contra golpes, el primero incluye además innegables ventajas de cara a la lubricación de los pivotes.  

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